Muchas de mis compañeras que abiertamente apoyamos la despenalización y regulización de la interrupción voluntaria del embarazo tenemos algo en común: años atrás nuestra opinión era totalmente distinta. Ya sea por nuestra formación religiosa o las ideas que aprendimos del aborto mientras creciamos, nuestra aproximación hacia la IVE no es la misma.
Cuando tenÃa 14 años, pensaba que el aborto era el peor error que una mujer podÃa cometer. También pensaba que la maternidad era el destino por antonomasia de las mujeres. "¿Cómo podrÃas rechazar la maternidad?"-pensaba en aquel momento.
Si hay algo que le agradezco a la vida es el poder cuestionarme. Me costó unos años y unas cuantas historias aprender que abogar por el derecho a decidir también es defender la vida, la vida digna. Y no, las mujeres no estamos predeterminadas a la maternidad.
¿Cuál es tu historia?
Yo estaba consciente desde muy chama de que el aborto era un decisión de cada mujer o persona gestante y que nadie deberÃa de juzgarla, sobre todo por experiencias cercanas de amigas que tuve con este proceso, lo que más me sencibilizo fue verlas tan vulnerables y directamente como ese proceso de embarazo no deseado hacia en ellas pensar en medidas desesperadas y riesgosas e incluso en querer morir, verlas pensar que jamás iban a tener el apoyo o respaldo de sus padres siempre me dio mucho en que pensar, que si las iban a botar de sus casas, que si las iban a golpear, etc. Me parece que el proceso del aborto no es NADA traumático, lo que sà es traumático es realizar el procedimiento sola, sin información confiable, con gestores del mercado negro que te estafan, con una sociedad que te juzga, te minimiza, te maltrata y violenta por tu decisión.